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sábado, 1 de junio de 2013

EL PAPEL, DEL VERDADERO ATALAYA DE ESTOS TIEMPOS !!!!

GUERRA AVISADA, NO MATA SOLDADO, Y SI LO MATA, ES POR DESCUIDADO....


EZEQUIEL 3: 17-18 = HIJO DE HOMBRE, YO TE HE PUESTO POR ATALAYA A LA CASA DE ISRAEL , OIRÁS  PUES TU LA PALABRA DE MI BOCA Y LOS AMONESTARAS DE MI PARTE.
CUANDO YO DIJERE AL IMPÍO  DE CIERTO MORIRÁS , Y TU NO LE AMONESTARES NI LE HABLARES, PARA QUE EL IMPÍO SEA APERCIBIDO DE SU MAL CAMINO A FIN DE QUE VIVA, EL IMPÍO MORIRÁ POR SU MALDAD, PERO SU SANGRE DEMANDARE DE TU MANO.

Los reyes de la antigüedad defendían sus ciudades con muros altos y gruesos, de piedra. Encima de esos muros, había torres desde donde los atalayas podían ver a los enemigos que se disponían a atacar cuando aún estaban lejos. El atalaya tenía por obligación; velar y sonar la alarma cuando el peligro se acercaba; y, ¡ay! del atalaya que se quedara dormido en tanto vigilaba, o que, por cualquier causa, no sonara la alarma cundo había peligro, pues pagaba el descuido con su vida.

Dios le dijo a su profeta Ezequiel: “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya… Cuando yo dijere al impío; De ciento morirás; y tú no le amonestares… el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano”. Ezequiel 3:17-18

La Palabra de Dios para los predicadores de hoy día es la misma: “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” II Tim. 4:2. “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvaras a ti mismo y a los que te oyeren”. I Tim. 4:16

Pero muchos predicadores de hoy día les gusta más ser diplomáticos que atalaya. Muchos han llegado a ser tan amigables con las fuerzas del pecado, que realmente tenemos al enemigo por atalaya.

¿Eres tú un pastor que tomas en serio la carga que Dios te ha dado? Predica la verdad tal como la Biblia la dice. No te preocupes por la popularidad. Rechaza toda oferta de predicar por dinero. No permitas que nada – ningún credo, ritual, o política – te sea más importante que la Palabra de Dios, pues él ha decretado que todos los predicadores – tanto los que se sientan en las bancas de tu iglesia como los que andan en las calles – se arrepientan, o mueran. ¿Estás entregándoles este mensaje? Si no, ¿qué del decreto de Dios para ti: “Advierte al impío, o muere?”



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